08 octubre, 2007

Vivir en el celular: la compulsión por estar siempre conectados

Las telecomunicaciones inalámbricas y en particular la telefonía celular, además de ser un gran negocio, están modificando a pasos acelerados nuestros hábitos y formas de comunicar. Cuando los primeros aparatos, caros y pesados, hicieron su aparición en el mercado era inimaginable que el uso de la telefonía celular alcanzaría, apenas dos décadas más tarde, la masividad que tiene en la actualidad. Menos aún se podía prever que el celular se transformaría en una suerte de baliza o antena de uso individual que, además de potenciar nuestra capacidad de comunicación, alimentaría la necesidad de muchas personas por sentirse en contacto permanente con su entorno social, independientemente del lugar en el que se encuentren. Al fin y al cabo, el celular de algún modo nos permite, cuan nómades, hacer del espacio que ocupamos en el instante de recibir o efectuar una llamada un territorio personal de uso temporal.
Es innegable que el uso del teléfono celular facilita muchos aspectos de la vida cotidiana. Son numerosos los casos en que esto es así. En otras ocasiones, en cambio, su uso indiscriminado puede provocar molestias o incluso situaciones de peligro. Es habitual encontrar personas que utilizan el aparato celular como un medio para tratar de reafirmar sus vínculos de pertenencia y así combatir la sensación de aislamiento, de soledad que, paradójicamente, siente el habitante de las grandes urbes. Ansiosos, vivimos pendientes de nuevas llamadas y nuevos mensajes de texto, cualquier motivo, por más intrascendente que sea, es bueno para llamar o escribir a alguien.
Es lo mismo el lugar y el momento, si suena el teléfono nos apresuramos a atenderlo indiferentes a la situación en la que nos encontramos y las personas con las que estamos. No importa si estamos conduciendo un coche, un colectivo o un camión, si estamos en el cine o en el teatro, dentro de un avión a punto de despegar, en una reunión de trabajo, comiendo con amigos, o con la persona amada, la llamada no puede esperar, como si de ello dependiera algo fundamental para nuestras vidas. Pareciera que no nos damos cuenta de los riesgos que afrontamos de provocar un accidente, perjudicar un negocio, desgastar una relación afectiva o sencillamente faltar el respeto y molestar a nuestros semejantes. Trabajo, hijos, familiares y amigos, viajes, parejas, siempre tenemos alguna justificación. Cuando suena el celular el mundo se detiene, hay alguien a quien le importamos y a nosotros también nos importa. Nos complace saber que no estamos solos a pesar de la hostilidad de la ciudad. Estemos donde estemos, en el momento que sea, podemos llamar, nos pueden llamar, aunque sea pasada la medianoche y lo único que necesiten sea preguntarnos nuestro signo zodiacal o si pensamos que mañana va a llover.

Antes, cuando no existían los celulares ¿Cómo hacíamos para vivir?

Diego Levis, octubre de 2007
Artículo de Diego Levis publicado hoy en el diario Clarín.


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Diego: felicitaciones por el artículo.
Lo relaciono con una experiencia propia: días pasados en el supermercado vi a una mujer que hablaba por celular mientras pasaba sus productos por la caja. Mientras descargaba su carrito, ni se dignó mirar a la cajera. El único momento en que se dió cuenta de la existencia de la cajera fue cuando tuvo que enterarse del monto a pagar, momento en que terminó su conversación telefónica. Hacía tiempo que no veía tal desprecio por un semejante.
Ya se ha vuelto común ver personas que suben a un colectivo hablando por el celular, con evidente riesgo para su vida; o hablando a los gritos en el subte, molestando a los demás pasajeros. Creo que nos falta mucha reflexión como la tuya sobre el tema.
Cordiales saludos.
Alejandro.

Diego LEVIS dijo...

Alejandro muchas gracias por tu comentario. El uso/abuso del celular ofrece muchas aristas. En algunos casos, como por ejemplo de la cadena ciudadana que se formó En España apra desmentir la versión oficial del atentado de Atocha, puede servir como importante herramienta de comunicación ciudadana. Ejemplos de usos cotidianso valiosos y en ocasiones imprescindibles hay muchos.

Anónimo dijo...

Colgados al celular dejamos de mirarnos en los ojos, olvidando lo maravilloso que es el encuentro entre las personas. Obnubilados por el brillo de máquinas que simulan inteligencia dejamos de lado la magia del verdadero encuentro con nuestros semejantes. Muy bueno el artículo. Gracias

María Victoria dijo...

Viste cuando 4 personas comparten una mesa de café y cada una habla por SU celular sin mirar a la otra? Con quien toman el café? con los que tienen enfrente o con quien hablan? o con nadie?

Diego LEVIS dijo...

María Victoria,gracias por tu comentario. Siempre me llamaron la atención las personas que están más pendientes del celular que de quienes están junto a ellas. Compulsión por estar conectados pero no necesariamente por acercarse a los demás. Salvo que esté esperando una llamada importante, cuando estoy con alguien siempre tengo el teléfono en modo silencioso

María Victoria dijo...

Diego, estuve de viaje y no me conecté a este correo.
Qué increible que se interesen más en hablar con el que está lejano que con el que está al lado. Algunas veces se debe justificar estar hablando mientras estás sentado con otros... pero siempre? No puede ser!
Yo también si estoy con alguien lo tengo silencioso y no respondo a no ser que sea alguien muy importante para el momento o mis hijos.
Y eso que creo tener alguna compulsión por estar conectada

Anónimo dijo...

creo que el problema radica , en no saber aprovechar las ventajas que nos dan la nuevas tecnologías.
El celular es una herramienta más, nosotros somos los que decidimos, cuándo y de que manera lo usamos.
También elegimos la compañía, y con quien tomamos un café.
Tal vez tenemos que pensar porqué muchas personas buscan compañía, pero siguen estando solas.
saludos
Emilia

Anónimo dijo...

Estoy luchando contra la compulsion a la computadora y el celular me esta atrapando pero tambien trato de despegarme, ultimamente estoy combatiendo varias compulsiones a la vez , entre ellas la comida , hace una semana estoy a dieta, en evidencia nos sentimos muy solos, quienes padecemos esto del otro lado hay un similar de algun modo posiblemente ,

antes existia el telefono pero a las personas cada dia les molesta mas dar su telefono de linea, esto fue generado por la descomfianza, la paranoia , entonces quedan pocos medios de comunicacion reales y aparece la compulsion , tambien la falta de afectos verdaderos, en fin todos tenemos un poco que ver , creo que los compulsivos en parte somos el chivo expiatorio de una sociedad autista que propone el aislacionismo,incluso a los mas despiertos. mi compulsion es escribir.y como soy poeta, me cuesta despegame mas aun .

pero ya no me justifico mas.

espero poder superarlo definitivamente aveces pienso que deberiamos tirar las computadoras y los celulares al fondo del mar , pues he aruinado relaciones amistosas gracias a esta porqueria.

esto es muy veloz , instantaneo, sin retorno cuando mandas un mail.

no podes decir lo cancelo en una hora si quiero, no , una carta la escribias y al rato no le encontrabas sentido aunque lo tuviera y quedaba en un cajon hasta que te disponias a escribir otra y revisabas la ortografia y la reescribias y modificabas, achicabas, aca no, es pum pum se mando

me quedo con lo antiguo con las cartas si pudiera elegir en un plesbicito, pues el tiempo de espera seria mas , y no me daria tanta ansiedad ver si me contestaron o no.

hacerse la cabeza y recriminar , volver a escribir creando malos entendidos al faltar la mirada y la voz.

todavia a nivel salud publica creo que no hay quien trate esto como una adiccion severa,

como si fuera alcoholicos anonimos.

he dejado de trabajar infinitas veces por estar frente a un computadora.
Daniela Gorbolino.