Ya están en marcha los preparativos, por parte de algunas empresas más dinámicas, para sustituir la producción de bienes de soporte físico (libros, discos, películas de vídeo, etc.) con la prestación de servicios a través de la red. Para dar una idea de la novedad basta con poner el ejemplo de un nuevo servicio denominado vídeo a la carta (video on demand).(...) El paso de la distribución de películas de vídeo, discos, CDROMs y CD-I, o de las publicaciones impresas en los actuales puntos de venta, a la distribución de los servicios a la carta a través de la red, ofrece la ocasión de comprimir los costes de distribución, reduciendo, por tanto, los precios, etc."Han transcurrido trece años desde que el artículo de Richeri se pubicó en España. Desde entonces, con el desarrollo de la Web y la mejora de las prestaciones de los equipos y redes acompañados por un importante descenso de los costos de acceso, el número de usuarios de Internet pasó de 20 millones a cerca de mil millones en la actualidad. La red mercado es hoy una realidad cuyo alcance y posibilidades no terminan de asimilar las empresas editoriales, empeñadas en reproducir el modelo anterior, basado en comercialización del soporte material (libro, cd, dvd) antes que en la distribución de bienes culturales cuyo valor (de carácter fundamentalmente simbólico) reside en la calidad artística , en el interés social y cultural y no en el principio de escasez y el consecuente principio de la oferta y al demanda en el que se basa el comercio de bienes materiales.
El intercambio libre de obras musicales (y posteriormente de videos) en formatos digitales entre particulares a través de Internet (P2P) reveló la fragilidad del sistema editorial basado en la comercialización de obras en soportes físicos . Las compañías fonográficas (principales beneficarias junto a los comercios minoristas del mercado del disco), acompañados con muchos artistas que sintieron amenazadas sus fuentes de ingresos, reaccionaron persiguiendo judicialmente, primero a los creadores de los sistemas informáticas que permiten el intercambio libre de ficheros y posteriormente incluso a usuarios particulares, criminalizando esta práctica a la que instistentemente se la asimila con la piratería y el robo. Simultaneámente inicaron la venta de obras a través de la red. Por motivos comerciales atendibles (entre otos no competir con sus socio tradicional, el comercio minorista) las empresas fonográficas no traslaron a los precios de venta al público el ahorro en los costos de comercialización (distribución, almacenamiento, margen comercial de los comercios) que permite la red telemática, tal como señalaba Richeri hace más de diez años. Esta distorsión de algún modo fomenta la continuidad de los sistemas informales de distribución a costa del desarrollo de las nuevas modalidades de comercialización que imponen los nuevos medios digitales.
Y en esto estábamos hasta que un grupo musical de primera línea, Radiohead, rompe la baraja recurriendo a una modalidad ya habitual en la red entre muchos artistas musicales novatos: usar la red para lanzar y distribuir sus obras. Así Radiohead decidió hacer el lanzamiento de su nuevo disco a través de su sitio web, ofreciendo la posibilidad de "bajarlo" a cambio de la cantidad de dinero que estime conveniente el "cliente", eliminando la intermediación de la discográfica y del comercio. La red mercado adquiere así una nueva dimensión que deberá ser tenida en cuenta por una industria que arriesga en el envite su supervivencia como tal. Es hora, pienso, de que las industrias editoriales de productos culturales replanteen sus estrategias adapátandolas a nuevas modalidades de creación, distribución y uso que plantean las tecnologías digitales.Artículo de Diego Levis relacionado con el tema:
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