26 diciembre, 2012

Los videojuegos salen del sótano

La atención mediática alrededor de los videojuegos no deja de crecer. Después de muchos años de ocupar el sótano en la galería de las maravillas tecnológicas de la era digital empiezan a ser colocados en las vitrinas de los pisos principales. Sería fácil afirmar que esto se debe a la importancia económica que ha alcanzado el sector en estos últimos años. Sin embargo, el el lejano 1992 Nintendo ya era la segunda empresa del sector audiovisual de mayor facturación en el mundo por detrás de Time-Warner (sobre la historia de los videojuegos consultar, "Los videojuegos un fenómeno de masas" de Diego Levis)

¿Cuál es la diferencia? Por entonces, quienes jugaban a este tipo de juegos electrónicos eran niños y adolescentes. Hoy los videojuegos han dejado de ser un asunto de niños. Un gran número de adultos juegan habitualmente a alguna modalidad de videojuego En muchos casos se trata de aquellos niños y adolescentes que jugaban con las videoconsolas de Atari a principios de la década de 1980 o al Super Mario Bros con los primeros aparatos Nintendo a finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990, años antes de la popularización y expansión de Internet a partir de la creación de la World Wide Web. Pero no sólo ellos son quienes juegan
Según la consultora Forrest Research el 37% de los consumidores estadounidenses declara jugar con videojuegos. Las mujeres
, contrariamente a la creencia popular, constituyen el 49% de los jugadores. Los fabricantes deben empezar a pensar de un modo diferente acerca de sus clientes, la sociedad en su conjunto debe comenzar a reformular sus prejuicios.

Artículos recomendados sobre la industria de los videojuegos:



La Era de la Interrupción

Este artículo fue publicado en el diario Página 12:

"CON EL ADVENIMIENTO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, EL TIEMPO EXCLUSIVO DEDICADO AL TRABAJO SE HA VISTO MODIFICADO, EN PARTE, POR LA INTERVENCIÓN –CUANDO NO INTERFERENCIA EN NUESTRAS HABITUALES TAREAS – DEL E-MAIL, LOS MENSAJES DE TEXTO Y EL CHAT.
“Para un hombre que sólo considera tolerable la vida manteniéndose en la superficie de sí mismo, es natural sentirse satisfecho al ofrecer a los demás sólo su propia superficie.” Paul Auster, The Invention of Solitude

En buena medida la historia de los pueblos ha estado determinada por su capacidad para hacer más eficiente el trabajo; aquel que obtuviera más bienes para su especie tendría más posibilidades de sobrevivir. El axioma cobraría otra dimensión con el advenimiento del capitalismo y la tecnología que llevaba asociada, sobre todo en lo que se refiere a aumentar la productividad de las horas de trabajo.
Según el historiador norteamericano Lewis Mumford (1895-1990), “es el reloj la clave para entender el desarrollo del capitalismo y no la máquina de vapor” (como dice su cita más repetida). A partir del momento en que el trabajo se transformó en una mercancía vendible, se hizo imprescindible mensurarla, ordenarla, fragmentarla y controlarla; de esta manera se regulaba la productividad del trabajo.
Obviamente los primeros relojes eran caros y los únicos que los poseían eran los nuevos capitalistas, que no pocas veces los alteraban para hacer trabajar más a sus empleados. Las campanas de las iglesias resultaban fundamentales para despertar a los flamantes obreros que debían abandonar el tiempo rural guiado por la naturaleza para someterse al tiempo recortado en minutos y horas.
Era el inicio del largo camino de una frase que haría historia: “El tiempo es dinero”. Su aprovechamiento sería una condición necesaria para el éxito capitalista de algunos o la supervivencia de otros. Otro ejemplo clásico del control tecnológico del trabajo es el que creó otro norteamericano, Henry Ford (1863-1947), inventor de la cadena de producción sobre la que desfilaban las partes en las que cada trabajador debía, una y otra vez, enroscar, atornillar, encastrar o perforar a velocidad continua, sin dejar escapar las piezas, como bien se ilustra en el clásico de Chaplin, Tiempos modernos.
Se podrían mencionar muchos otros hitos tecnológicos para el aumento de la productividad laboral o, como se diría en términos marxistas, del aumento de la extracción de plusvalía relativa. En los últimos tiempos, en los sectores de trabajo de elite, y gracias a la llegada de la digitalización y la sociedad de la información, como algunos gustan llamarla, lo que se logró fue una disolución de las fronteras entre los tiempos de trabajo y personales, algo que hubiera sido un sueño para el moralista Henry Ford, quien gustaba controlar a sus empleados y pagaba su altísimo sueldo de Five dollars a day (Cinco dólares al día) sólo a quienes demostraban que no lo gastarían en forma pecaminosa.
Por un lado la victoria ha sido de los empleadores: estar conectado es un valor social en sí mismo; celulares, wifi, chat, radiomensajes, telefonía IP y toda una batería de recursos on line que se consumen con fruición así lo demuestran y permiten a los modernos profesionales la sensación de una omnipresencia divina que puede satisfacer a sus empleadores... pero sólo por un lapso de tiempo.
Es que en los últimos años cada vez más empresas están notando que la excesiva conectividad de sus empleados, en vez de permitirles hacer mejor su trabajo, les impide poner el foco en su labor hasta terminarla. La capacidad de hacer múltiples tareas de una computadora no ha logrado ser emulada por su contraparte humana. En lugar de vivir la era de la comunicación, parecemos vivir la era de la interrupción.

En busca del tiempo perdido
Un nuevo campo de investigación se ha abierto recientemente para averiguar un poco más sobre el efecto de la excesiva conectividad de los empleados. Entre sus resultados hay una larga lista de estadísticas para el miedo. Algunos afirman que el 28% del día de un empleado que trabaja con información es malgastado en interrupciones que no son urgentes ni importantes y también por el tiempo que consume retomar el hilo de lo que se estaba haciendo. ¿Qué hubiera pasado con un empleado de Ford si hubiera desperdiciado tanto tiempo? La pérdida se hace más relevante cuando se la compara con el tiempo de creación productiva, en la que se incluye la redacción de emails necesarios, que es del 25%.
Las cifras para el horror estadístico se multiplican: según Rescue Time, una empresa dedicada a analizar los hábitos en el ambiente de la computación, un empleado tipo, sentado todo el día frente a su monitor, se detiene a mirar su bandeja de entrada de mails más de 50 veces y envía mensajes otras 77; en la Web, en promedio, el trabajador visita 40 sitios. Todo esto en un solo día. El resultado se obtuvo a través de un software que rastreó el comportamiento en las PC de 40.000 empleados.
Tan grave es el problema que las mismas compañías que contribuyeron a crear esta avalancha de bits viajeros han comenzado a estudiar la manera de reducirla. Grandes monstruos informáticos como Microsoft, Intel, Google e IBM, han conformado el Information Overload Research Group (Grupo de Investigación en Sobrecarga de Información), a fin de encontrar métodos que ayuden a los trabajadores a hacer frente a la marejada de bits que soportan.
Las herramientas creadas para aumentar la productividad se han vuelto, como robots que se rebelan contra sus creadores humanos, en causa fundamental de la noproductividad. Esto es, palabras más, palabras menos, lo que admitió al diario New York Times (EE.UU.) Jonathan Spira, analista jefe de investigación de la firma Basex y miembro del grupo de investigación. Tampoco dejó de recordar una máxima conocida de Silicon Valley que afirma que las compañías deben ser las primeras en hacer uso de las innovaciones que inventan, pero reconoció que se están encontrando con que eso no es nada bueno.

Mensaje inteligente
Según Gloria Mark, especialista en “Interacción computadora-humano” de la Universidad de California, muchas de las llamadas o correos electrónicos son realmente importantes y hacen a la tarea del empleado, por lo que ignorarlos por completo resultaría peligroso: de alguna manera las interrupciones son (o pueden ser) parte del trabajo. Pero, ¿cómo saber si lo que uno está haciendo es más importante antes de leer el nuevo mail o atender el teléfono?
Incluso, puede que no sea importante para la tarea, pero que sí lo sea en el ámbito emocional; por ejemplo, si viene de la pareja o una amistad. La solución no es sencilla. La información ha dejado de ser un recurso escaso; en cambio, la atención ha pasado a serlo, asegura David Rose, un experto en informática de Cambridge.
Los ingenieros en computación han empezado a pensar en algo tan improbable como la interrupción perfecta. Algo así como un mensaje con criterio propio que llame la atención del destinatario o se autopostergue hasta otro momento. Mary Czerwinski, una “experta” en el nuevo fenómeno de la interrupción, se encontró con este problema en una situación límite: astronautas ocupados en trabajar en el espacio. ¿Cómo debería hacer la NASA para enviarles un mensaje importante?
En una estación espacial se atienden docenas de experimentos y, al mismo tiempo, se monitorean los sistemas de advertencia de fallas. Si recibe una interrupción que distrae demasiado, el astronauta puede echar a perder un experimento que vale millones. Si la interrupción es demasiado suave, o sutil, puede no advertirla, con consecuencias aún peores. Czerwinski advirtió que lo crucial era la manera de hacer llegar el mensaje de interrupción y propuso un gráfico visual, estilo pentagrama, cuyos costados cambiaban de color según el tipo de problema que se estuviera enfrentando.
Gracias a esta experiencia Czerwinski fue contratada por Microsoft para investigar cómo se usan las computadoras y qué ocasiona su uso en términos productivos. Para ello creó un programa que registraba cada click del mouse y obtuvo algunas cifras interesantes: en promedio, la gente tenía unas ocho ventanas abiertas al mismo tiempo y no se detendría en ninguna de ellas más de 20 segundos. Pero lo peor es que luego de una llamada, un mensaje de chat o un mail que enciende una luz en un rincón de la pantalla, puede llevar unos 25 minutos volver a continuar la tarea que se estaba realizando.
Incluso, el 40% de las veces la tarea inicial era definitivamente olvidada por el trabajador, quien se veía arrastrado por la ola de nuevas tareas en constante aparición. Según Czerwinski el principal peligro de las interrupciones es la distracción que producen en la memoria de corto plazo, que ya no retiene qué se estaba haciendo.
Los especialistas sugieren que si resulta probable que la interrupción lleve más de un par de minutos en ser resuelta, uno se tome el trabajo de anotar lo que estaba haciendo. Es más, la mayoría de la gente que lograba una productividad aceptable aseguraba usar un sistema muy simple para mantener una lista jerarquizada de tareas. No era necesaria una moderna agenda o una palm; papel y lápiz, un simple archivo de texto o un mail recordatorio, bastan.
Otra solución, al menos parcial, es la que diseñó el “gurú” de la interrupción, Danny O’Brien, quien diseñó un programa que luego de 10 minutos de navegar la web preguntaba “¿Estás posponiendo algo?”. Sus conferencias sobre “life hacking” (algo así como una “coartada de vida”, en referencia a los sistemas que permiten filtrar interrupciones no justificadas) atraen a mucha gente y el concepto ya mereció varios sitios de Internet.
Otro de los problemas de las relaciones digitales es que uno no sabe hasta qué punto está interrumpiendo al enviar un mensaje. Cuando se trabaja al lado del compañero es muy probable que el lenguaje corporal indique si es el momento de interrumpirlo o no. Por eso, Gloria Mark propone un sistema informático que sea equivalente: las máquinas almacenarían los mensajes hasta que uno considere que es el momento oportuno y se disponga a verlos.
La salida es una alternativa tecnológica a lo que se hacía hasta hace unos años al conectarse especialmente por teléfono para bajar mails o lo que se podría hacer ahora simplemente cerrando el servicio de correo hasta que se tenga tiempo de leer los nuevos. Pero... ¿y si llega uno realmente importante?
Uno de los asistentes de Czerwinski en Microsoft diseñó hace ya varios años un programa de correo electrónico llamado Priorities que establece prioridades para los mails y los va enviando de acuerdo a lo ocupado que está el receptor. Según Czerwinski el sistema le permitió tres horas de trabajo ininterrumpido.
Otro sistema desarrollado por su equipo busca conocer los patrones de trabajo del sujeto y prever su comportamiento para analizar si es un buen momento para interrumpirlo. Por ejemplo, un programador que lleva cierto tiempo digitando en su teclado es probable que esté concentrado y lo mejor sea dejarlo seguir hasta que haga un alto para chequear mails, algo que suele ocurrir con una frecuencia previsible. Luego de un tiempo de estudio, el software conoce a su usuario y está listo para decidir cuándo vale la pena interrumpirlo.
El problema entonces es el criterio, un bien que parece patrimonio exclusivo de los seres humanos pero que cada vez resulta más vital emular desde un sistema informático capaz de digerir el monstruoso volumen de información en constante arribo.

Amor a la interrupcion
Pero, ¿es necesaria tanta tecnología para apagar tanta... tecnología? Al fin y al cabo, no debería ser tan difícil reducir la lista de contactos en el chat, apagar el celular cuando se requiere concentración y un par de medidas por el estilo. ¿Por qué cuesta tanto?
Tal vez lo peor sea la adicción a estar conectado que se genera y la tendencia a creer que la capacidad de hacer varias tareas simultáneas es también una capacidad humana. Guillermo Movia, representante argentino de Mozilla, cuenta que en las reuniones generales de la organización en San Francisco la mayoría de los asistentes van con su notebook y contestan mails mientras “participan” de la discusión. Cada vez más la información circula fragmentaria, parcial y el feedback es tan entrecortado que no sería de extrañar que nadie sepa bien de qué se está hablando.
En la larga historia de la organización del trabajo, quizá nunca se haya visto un éxito tan rotundo en la aceptación de acicates tecnológicos que no saben de respeto por el tiempo y los horarios personales. Todo debe acometerse con igual urgencia. Pero también quizás esta sea la victoria más pírrica imaginable: la era de las telecomunicaciones ha permitido perder tanto tiempo como el que permitió ahorrar.
Y esto explicaría también por qué la prometida revolución productiva digital nunca ocurrió tal como se la auguraba en sus comienzos, cuando se la comparaba con el impacto que generaron la máquina de vapor y el tren. Es cierto que las computadoras y la omnipresente Internet permiten acciones que hoy resultan imprescindibles, pero también lo es que facilitan muchas que no lo son.
El nuevo fenómeno no hace sólo al aspecto profesional de la vida sino también al personal. Las charlas con amigos se ven interrumpidas por mensajes breves que dicen poco o nada, llamados al celular, luces que se encienden en las palms. Ninguna charla sobrevive más que hasta la siguiente interrupción, sin poder profundizarse, haciéndonos vivir siempre en la superficie de las cosas, en la superficie de nosotros mismos.

Por Esteban Magnani y Luis Magnani
Fuente: Suplemento "Futuro" del diario "Página 12"
Más información: www.pagina12.com.ar

28 septiembre, 2012

Videojuegos en la prensa y la publicidad: ¿Porqué los jóvenes ocultan que juegan?

Reflexiones alrededor de la pantalla ubicua

Texto de la Comunicación presentada en el marco de la mesa redonda UNASUR, TIC y Redes audiovisuales: "Nuevas tecnologías y nuevos y viejos actores sociales; hacia un cambio de paradigma en la educación, la cultura y la comunicación" realizada en Buenos Aires, 3 de septiembre de 2012 en el marco del Festival de Cine Nueva Mirada

La pantalla es ubicua
La presencia ubicua de la pantalla electrónica es, el rasgo característico de la sociedad contemporánea. La pantalla media nuestra relación con el mundo y con nuestros semejantes, determinando de manera creciente nuestra experiencia vital y nuestra percepción de la realidad.
La pantalla electrónica, en tanto dispositivo de orden visivo, directa o indirectamente está presente en la práctica totalidad de nuestras actividades cotidianas. En los transportes públicos, en los comercios, en nuestros lugares de trabajo y de ocio, en la calle, en las escuelas y en nuestros hogares la pantalla está cerca nuestro, la tenemos dentro de nuestros bolsillos, en nuestros bolsos, sobre nuestros escritorios y mesas bolsillos. La pantalla participa en nuestras relaciones personales y en actividades relaciones profesionales. La pantalla nos indica lo que podemos hacer y lo que no podemos hacer y como hacerlo, nos muestra lo que debemos mirar y nos oculta aquello que no alcanza o no desea mostrarnos. Es ubicua.

29 diciembre, 2011

Derechos de autor, cultura libre y beneficios empresariales

Cultura libre (y gratuita), creación artística, industrias culturales e Internet. Tema complejo, discusión sin acuerdo posible.
Los músicos, cineastas, escritores y demás creadores deben poder vivir de sus obras. Las empresas, en una sociedad capitalista, defienden  sus inversiones. Los espectadores, oyentes y lectores aspiran a acceder libremente a las creaciones artísticas. ¿Cuál es el punto de encuentro?
Jorge Coscia publicó hoy un artículo en Página 12 en el que dice, refiriéndose a este dilema, que "La libre difusión de música, películas, textos de ficción por Internet ha desatado una dura polémica en todo el mundo. Se divulgan obras protegidas sin pagar un solo peso de derecho de autor. Los internautas claman por la “cultura libre”. Nadie, con cierto grado de sensibilidad, puede estar en contra.  Pero ocurre que detrás del romántico ciberespacio circulan miles de millones de dólares que van a parar a los bolsillos de empresarios, gerentes, programadores y técnicos que jamás generaron un hecho creativo. ¿Por qué los autores tenemos que ser los únicos socialistas de esta historia?"
La radio desde hace más de 80 años difunden gratuitamente valiosos contenidos culturales. La diferencia es que hoy la difusión no está dirigida de acuerdo a los intereses políticos y/o económicos de las emisoras. Todos somos virtualmente emisores de contenidos. Esto plantea la necesidad de replantear el modelo de comercialización de bienes culturales desarrollado desde el desarrollo de la industria cultural que siguió a la expansión de la imprenta de tipos móviles.
De algo estoy seguro. Las empresas editoriales, salvo honrosas excepciones, no defienden los intereses de los autores, incluso en demasiadas oportunidades abusan de la confianza de estos, escatimando el pago de los derechos de autor acordados por contrato, falseando las cifras de venta, ocultando ediciones y otras prácticas poco dignas. Conozco muchos casos y padecí algunos.  

Artículos de interés
"La revolución cultural del procomún" Por ANTONIO FRAGUAS en El País 28/12/2011 Libros, discos y festivales dan cuerpo a una teoría que cuestiona la propiedad intelectual y considera las obras de creación bienes pertenecientes a la comunidad
"La ministra se va 'de gira' tras el fiasco de la 'ley Sinde'" por RAMÓN MUÑOZ en El País, 5/12/2011

Entradas anteriores en Tecnoculturas
La cultura en la sociedad ciberista: industrias culturales vs. cultura compartida publicado el 4/9/2011
¡Piratas son los que asaltan, roban y matan en mares y rutas! En Brasil se debate una nueva ley de derechos de autor 10/01/2010

27 diciembre, 2011

Desanudando y anudando redes y personas.

Cuando Tim Berners Lee creó el HTML a finales de la década de 1980 imaginó un sistema de edición hipertextual que permitiera editar y compartir de modo sencillo informaciones en distintos formatos. Con este espíritu, a comienzos de la década de 1990 nació la World Wide Web. Mucho antes de que a un inquieto agente de marketing se le ocurriera bautizar como web 2.0 los usos sociales de la red, la web ya era un espacio de publicación comunitaria en el cual se desarrollaron distintas experiencias de colaboración en línea (comunidades virtuales, aplicaciones P2P para compartir archivos de texto, imágenes y sonido, juegos en línea), a lo que se debe añadir el uso de otras aplicaciones como listas de correo, foros, tableros de anuncios e incluso salas de chat - consultar en CiberMemoria 
En estos días, algunos artículos periodísticos recuerdan que la vida en la web no comenzó con Facebook y Twiter. Entre ellos, es relevante el  papel que jugó Indymedia - un sitio de periodismo realmente independiente - en las  protestas en contra de la Organización Mundial de Comercio de finales de siglo que dieron lugar a la convocatoria del Foro Social Mundial y el rol que este mismo sitio tuvo durante la crisis de 2001 y 2002 en la Argentina.Tiempos aquellos en los que era posible navegar en la web sin dejar una estela indeleble de nuestro recorrido, en donde nuestras acciones y dichos aún no eran utilizadas para completar bases de datos susceptibles de controles y registros de todo tipo y finalidad.  

Artículos recomendados
Más control sobre la privacidad en Facebook  por LAIA REVENTÓS en "El País"- 21/12/2011
Todo lo que Google y Facebook cuentan de ti  Por Jane Wakefield en La Nación, 21/12/2011
Antes de la web 2.0  por Mariano Blejman en Página 12, 27/12/2011
Lo que importa es la cantidad, no la calidad  Por Ariel Torres en La Nación 17/12/2011

12 noviembre, 2011

El cuerpo, el personaje, la intimidad en las redes según Paula Sibilia

Paula Sibilia, lúcida autora muy leída y citada, señala, en una interesante entrevista realizada por Marta Dillon publicada ayer en el suplemento "12" de Página, que "la visibilidad se transformó en un requisito para la existencia. El otro tiene que apoyarme con su comentario, con su “me gusta”, con ser seguidor, seguirme en el Twitter. En ese sentido las redes sociales serían un indicio de este cambio"
(...)"En Facebook son amigos, en Twitter son seguidores, claramente es eso, es un público, una audiencia. Hay un concepto que uso en La intimidad como espectáculo, que es la idea de personaje, que surge porque lo que se construye en las redes sociales, incluso en los reality shows –porque obviamente esta lógica traspasa Internet, Internet está cerrada, pero pasó a formar parte de las reglas de juego en la cotidianidad–, es un personaje. Está la idea de perfil: un personaje del yo.(...) La idea de personaje remite a alguien que está siempre a la vista, tiene que tener público, tiene que tener lectores, tiene que tener alguien mirando, en el momento en el que no hay nadie mirando el personaje deja de existir, entonces sólo existe cuando es mirado."
Las reflexiones de Sibilia son, sin duda, interesantes. Me llama la atención (aunque no demasiado, es práctica habitual de muchos intelectuales hablar desde afuera) que pueda analizar los usos y significaciones de los medios sociales sin utilizarlos, tal como afirma en la entrevista citada.
¿Se puede hablar de cine sin ver cine? ¿Del texto periodístico sin leer períodicos? Yo no puedo.

01 octubre, 2011

La pantalla es ubicua

Cuando hace más de diez años publiqué la primera edición de “La pantalla ubicua”, libro basado en mi tesis doctoral, hubo quienes objetaron que el título se refiriera a una sola pantalla cuando existían muchos tipos de pantallas.
Durante el tiempo transcurrido el número de pantallas no ha dejado de aumentar. Así,  la pantalla - entendida como una característica propia de las tecnologías electrónicas que median nuestra relación con el mundo y con nuestros semejantes, nuestra experiencia vital de forma creciente desde la tímida aparición de la televisión a mediados del siglo pasado - es hoy más ubicua que entonces.
La pantalla electrónica, en tanto dispositivo de orden visivo, está presente en gran parte de nuestras actividades cotidianas. Incluso cuando no tenemos la voluntad de mirar o de utilizar una, percibimos el resplandor cercano de la pantalla. En los transportes públicos, en los comercios, en nuestros lugares de trabajo y de ocio, en la calle, en nuestros hogares la pantalla está cerca cerca nuestro. Está en nuestros bolsos y en nuestros bolsillos, en nuestras relaciones personales y en nuestros trabajos, nos indica lo que podemos hacer y lo que no podemos hacer, nos muestra lo que debemos mirar y nos oculta aquello que no alcanza o no desea mostrarnos. Es ubicua. 

  La pantalla ubicua. Televisores,computadoras y otras pantallas Diego Levis, La Crujía, Buenos Aires 2009.

04 septiembre, 2011

La cultura en la sociedad ciberista: industrias culturales vs. cultura compartida

A comienzos de la década de 1990 Giuseppe Richeri, investigador italiano especializado en temas vinculados con la convergencia entre telecomunicaciónes, informática y medios de comunicación, publicó un informe en el preveía el desarrollo de un nuevo paradigma para la distribución de productos culturales como consecuencia de la prevista expansión de las redes telemáticas, dando lugar a lo que denominó "redes mercado". Estas nuevas redes, a juicio de Richeri, ofrecían a las industrias

03 septiembre, 2011

Cambios sociales, la web y otros palabras entre la fascinación y el desconcierto: Textos diversos


¿Civilización u hormiguero Wi-Fi? por Ariel Torres en La Nación, 5/8/2008
Un nuevo cretinismo. Por Atilio Borón en P.12, 20/4/2010
Pierre Lévy: “La inteligencia colectiva, nuestra más grande riqueza Le Monde, 23/6/2007. Extracto"Actualmente los motores de búsqueda utlizan el texto como su propio metadato trabajando plenamente sobre el texto. Es una inmensa regresión con respecto a todo el trabajo realizado desde hace dos o tres siglos por los bibliotecarios y documentalistas."
La apropiación de las tecnologías. La cultura juvenil en la era digital Por Manuel Castells, en TELOS, nº81
Crean un robot que es capaz de "expresar sentimientos"- Publicado en Clarín 12/7/2009. El robot está "disfrazado" con una máscara de Einstein (el artículo incluye un video)Internet, una aspiradora de electricidad. Por Rodrigo Herrera Vegas en La Nación 8 de agosto de 2009
¿Un conflicto generacional afecta el crecimiento de facebook? En Infobae, 26/6/2011
Videojuegos
La culpa no es del videojuego. Por Abel Grau, El País, 7/8/2011
Videojuegos sin consola. El País, 27/4/2009.
Pinball, un juego de colección. En Ñ, 10/10/2010
'Tron': el juego ha cambiado. Rocio Ayuso en El País, 19/11/2010

Medios Sociales: Facilidad de publicación, creatividad y banalidad

Los medios informáticos facilitan la producción, distribución y recepción de contenidos simbólicos de distinto tipo (desde mensajes personales a obras audiovisuales y videojuegos). Esto ha puesto en cuestión el paradigma de industrias culturales que había inaugurado el libro impreso y que se desarrolló sobre todo a partir de comienzos del siglo XX. Pocas veces, sin embargo, nos planteamos las consecuencias culturales de estas prácticas. El número actual de la revista TELOS publica un artículo de Javier Celaya que plantea el tema desde una perspectiva que, pienso, merece ser debatida. Reproduzco el resumen del artículo:
"Escasa creación original, colaborativa, participativa" por Javier Celaya
"A lo largo de la primera década de este nuevo siglo creo que hemos vivido un exceso de positivismo en relación con las bondades derivadas de la incorporación de las nuevas tecnologías sociales (blogs, wikis, podcasts, vídeos, etc.) en la cultura, sin analizar detenidamente las contraprestaciones que posiblemente pagaremos a medio y largo plazo.

Medios sociales y la insaciable voracidad del dinero

Desde que a mediados de la década de 1990, el uso de la web comenzó a expandirse socialmente fueron muchos quienes comenzaron a imaginar modos de hacer dinero a través de este nuevo medio de comunicación sin comprender su especificidad en relación a anteriones tecnologías. Uno de los primeros y más fáciles recursos a mano era la publicidad. Así poco centenares, miles de sitios web empezaron a poblarse de pequeños anuncios publicitarios en forma de lo que en la época se denomina "banners". Los principales interesados parecían ser los editores de los sitios webs necesitados de ingresos económicos que permitieran rentabilizar sus iniciativas. En la mayoría de los casos no lo consiguieron. No repasaremos lo sucedido. Han transcurrido más de 10 años y hoy los usuarios de Internet en el mundo superan, de acuerdo a distintas estimaciones, los 2 mil millones de personas. Empresas e instituciones de distintos ámbitos se han percatado que la red es una plataforma extraordinaria para promocionar sus productos y servicios. Ávidos por incrementar sus ventas y sus tasas de beneficios, los directivos de las empresas buscan el mejor modo para llegar a sus potenciales clientes a través de la red. Así, se apresuran a establecer espacios en distintos medios sociales (particularmente en Facebook - 750 millones de usuarios en el mundos) esperando obtener que esto se refleje un aumento inmediato del consumo de sus productos y servicios. Desde fabricantes de bebidas sin alcohol a editores de libros y otros productos culturales pasando por dispositivos tecnológicos, viajes o coches,todos consideran que utilizar la web social para promocionarse es imprescindible ¿Pero esto es así? ¿Todos los "fans", todos los "me gusta" en un grupo de Facebook son o se harán consumidores de los productos o servicios en cuestión? ¿La adhesión se refleja en consumo? ¿Debemos seguir aceptando la continua apropiación empresarial de las prácticas sociales? ¿Cuál es el límite a la pulsión totalizadora del dinero?

Artículos relacionados publicados por la prensa
La integración y la información. Claves de la eficacia publicitaria en prensa digital por Natalia Albuin Vences en Telos nº 83,
El imprescindible escaparate digital - En El País, Madrid, 3/9/2011
Los editores argentinos podrían demandar a Google - en Ñ,, 4/9/2011

22 agosto, 2011

Usuarios de Internet en el mundo (por regiones 31/3/2011)

En poco tiempo habrá más usuarios de Internet latinoamericanos que norteamericanos. Buenos Aires es la sexta ciudad del mundo con mayor número de usuarios de Facebook. El paisaje de la red está cambiando.... Consultar datos completos por regiones

Hacia una acentuamiento de la patrimonialización de los bienes culturales

El avance de aplicaciones y servicios en Internet que ofrecen la posibilidad de ver series de televisión y películas, escuchar música y leer textos de distintos géneros a través de algún dispositivo informático en detrimento de los soportes físicos como el libro uy el devedé implica un retroceso para la pluralidad y diversidad cultural y el acceso libre a la cultura. Pocos parecen reparar que este tipo de propuestas abren la posibilidad de un retorno a la censura (económica y/o política).
¿Qué sucederá cuando deseemos volver a ver una película que está fuera del listado de films ofertados? ¿Y cuando queramos leer o consultar un libro que los propietarios del servicio on line o las autoridades gubernamentales consideren malo, peligroso, subversivo, inmoral o sencillamente no resulte rentable? ¿Será posible volver a escuchar aquella canción que nos cautivó de niños? La mal llamada nube y otros sistemas similares permiten el retorno a formas patrimoniales del acceso a la cultura previas a la imprenta y posteriores industrias de edición. El libro, el disco y después la cinta de video y soportes que siguieron, permiten que cada uno pueda leer, escuchar y mirar la obra que desee sin estar sujeto a los límites que establezca la disponibilidad en una aplicación privada en una red telemática, siempre frágil y susceptible de todo tipo de controles y vigilancias privadas y gubernamentales.El libro impreso y la alfabetización masiva permitieron la difusión del saber humano y así contribuyeron al desarrollo de la creatividad científica, filosófica y literaria de los últimos siglos, entre otras consecuencias en el ámbito político y social. Sin ánimo de catastrofismo, pienso que la desaparición de los soportes físicos puede poner en peligro la diversidad cultural, el pluralismo político y religioso, entre otras amenaza.
A esto se le añade, los avances de las legislaciones de supuesta defensa de los derechos de autor pensadas fundamentalmente para defender intereses empresariales.