26 abril, 2007

Sugerente declaración sobre la "propiedad intelectual" en tiempos de computadoras y otros "chiches" digitales.

El 26 de abril ha sido designado día mundial de la "propiedad
intelectual". Esta es nuestra posición al respecto.
Agradecemos la difusión y redistribución.
Saludos cordiales
Fundación Vía Libre

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OMPI quiere “fomentar la creatividad”

*Por Fundación Vía Libre
http://www.vialibre.org.ar/?p=3825

El Director General de la Organización Mundial de la Propiedad
Intelectual[1] (OMPI) nos recuerda, en un texto dedicado al Día de la
Propiedad Intelectual[2], que el lema de su organización para este año
es "Fomentar la Creatividad", y provee ejemplos de maneras en las que
distintas formas de "propiedad intelectual" actúan como incentivos. Sin
embargo, la tragedia de los ejemplos que la OMPI calla es mucho más
elocuente que la promesa de aquellos cuyas loas canta.

OMPI menciona que el derecho de autor permite a algunos músicos
proyectar sus obras a todo el mundo, pero olvida decir que difundirlas a
través de redes peer-to-peer (P2P) como Bittorrent[3] puede ser mucho
más eficaz a ese fin que el recurso de someterse a las condiciones
leoninas de las discográficas, las que toman control de dónde y cómo se
difundirá la música, pagan regalías misérrimas (cuando las pagan), y por
lo general sólo publican obras una vez que sus autores les ceden sus
preciosos derechos patrimoniales sobre ellas.

Tampoco menciona la persecución y criminalización de niños y familias
enteras por participar en redes P2P, acusándolos de infracción al
derecho de autor basándose en suposiciones, evidencia dudosa e
interpretaciones maximalistas de tal derecho. Ni las iniciativas,
también fomentadas por su organización, para exigir a las bibliotecas el
pago de derechos de autor por el préstamo de libros a sus parroquianos
(pago que, por lo general, termina en manos de las gestoras colectivas
de derechos y la editoriales, y no va al bolsillo del autor).

El hecho de que la exagerada duración del derecho de autor propuesta por
su organización sea responsable de que grupos de admiradores de James
Joyce no puedan aún leer sus escritos cuando lo celebran no parece
merecer la atención de la OMPI, y tampoco la realidad de que esa misma
duración sea la causa de que no hayan entrado nuevas obras al dominio
público por casi un siglo, condenando a miles de ellas a desaparecer
para siempre, ya que no se las puede preservar (copiar o digitalizar)
sin violar el derecho de autores imposibles de contactar.

Su elogio de las patentes pasa por alto el destino de los millones de
personas que padecen de enfermedades tratables, pero que no pueden
acceder a los medicamentos necesarios porque alguna empresa de fármacos
posee un patente que le permite fijar precios arbitrariamente altos y
excluir toda competencia.

También parece ignorar que las patentes aplicadas a la medicina, a la
genética, a la informática, a las matemáticas y a otras disciplinas las
ha convertido en campos minados, en los que áreas completas del
conocimiento no pueden ser exploradas sin antes obtener permiso de sus
"dueños", o que el patentamiento de secuencias genéticas en seres vivos
ha permitido a semilleras como Monsanto exigir la destrucción de la
cosecha de agricultores cuyos cultivos habían sido contaminados con
genes patentados, aún cuando la contaminación se había producido por
negligencia de la propia semillera.

El concepto de "Propiedad intelectual"[4] fomentado por la OMPI es
engañoso: reúne bajo su paraguas regímenes diferentes, con impactos e
implicancias distintas. Es un concepto que confunde para hacernos creer
que las ideas son apropiables y que sus "propietarios" tienen derecho a
excluir a otros de los beneficios de las artes y las ciencias. Es un
sistema que enseña que compartir es un delito, y que sin monopolios no
existiría innovación.

Lo que la OMPI denomina "Propiedad Intelectual" no es más que una serie
de regulaciones jurídicas que crean monopolios artificiales[5] aplicados
a diferentes campos, desde las marcas registradas, pasando por las obras
de autor hasta ciertos inventos, sin olvidar los derechos de obtentores
de variedades vegetales y otros. Estos monopolios se constituyeron como
un experimento social, y son relativamente nuevos en la historia. Su
objetivo manifiesto es fomentar las artes y el progreso de la ciencia a
través de mecanismos que permitan a autores e inventores tener un
monopolio de negocios garantizado por un tiempo limitado, para explotar
en forma exclusiva los beneficios de su trabajo. Supuestamente, esto
habría de fomentar la creatividad y la innovación.

Sin embargo, vale recordar que Daguerre no necesitó una patente para
diseminar masivamente el fantástico sistema que diera origen a la
fotografía. Tampoco Mozart necesitó un derecho de autor para crear una
música eterna. Ni Cervantes, ni Shakespeare, ni Miguel Angel, ni las
culturas nativas. Tampoco los médicos tradicionales patentaron las
aplicaciones de las plantas con virtudes curativas ni los pueblos
mesoamericanos apelaron a monopolios cuando cultivaron la enorme
variedad de formas del maíz que hoy es uno de los alimentos básicos en
todo el planeta.

Hoy, el software libre[6] prescinde deliberadamente del monopolio de
copia para construir un enorme conjunto de aplicaciones innovadoras a
disposición de toda persona que quiera usarlo, estudiarlo, copiarlo y
diseminarlo en libertad. Y hay cientos y cientos de artistas liberando
efectivamente[7] sus obras para aprovechar las ventajas de la revolución
digital.

La OMPI quiere que creamos que no habría invenciones sin patentes, ni
libros sin derecho de autor, ni papas sin derechos de obtentor, pero
sabemos que no es así. Es posible que estos regímenes, aplicados con
mesura y en contextos tecnológicos apropiados, funcionen como incentivos
eficaces a la producción de ciertas obras, pero no son imprescindibles.
Más aún, de poco nos sirve la producción de obras e inventos si la
condición para ello es privar a la sociedad de acceder a ellos.

Por cierto, es difícil para una entidad llamada "Organización Mundial de
la Propiedad Intelectual" pensar fuera del marco impuesto por su nombre,
pero creemos que el Día de la "Propiedad Intelectual" es una buena
ocasión para llamar a la sociedad a reflexionar sobre los peligros del
abuso de estos derechos monopólicos, y a explorar mecanismos
alternativos para fomentar las artes y las ciencias, mecanismos que
faciliten la circulación y preservación de conocimiento, en vez de
impedirlo.


Referencias
[1]http://www.wipo.org/
[2]http://www.wipo.int/about-ip/es/world_ip/2007/dg_message_07.html
[3]http://es.wikipedia.org/wiki/BitTorrent
[4]http://www.gnu.org/philosophy/not-ipr.xhtml
[5]http://www.vialibre.org.ar/mabi
[6]http://www.gnu.org/
[7)http://www.jamendo.com/ (por citar sólo un ejemplo)

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