Los videojuegos se han consolidado como uno de los modos de entretenimiento corrientes en la tecnosociedad. Hay mejores y peores juegos, como hay buenas y malas películas, excelentes y pésimas novelas. Hay juego violentos y muchos otros que no lo son. Las pantallas se han extendido a casi todas las actividades de nuestra vida social. Los videojuegos, recordemos, han sido la punta de lanza de la interactividad multimedia en el hogar. Hoy jugamos en consolas conectadas al televisor, en computadoras de escritorio y portátiles, en celulares y otros dispositivos nómades. Los videojuegos han dado lugar a una estética y a una narrativa nueva y han impulsado el desarrollo tecnológico y expresivo en el ámbito del audiovisual.
Jugar con videojuegos no es mirar televisión. Ni mejor ni peor. Hay videojuegos violentos, hay películas violentas. La violencia es el problema, no el medio.
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