Hace más de diez años le preguntaron a Ivan Sutherland, creador de los primeros sistemas gráficos interactivos en 3D, que pensaba acerca del desarrollo de sistemas inmersivos de simulación multisensorial (vulgarmente conocidos como "realidad virtual") y contestó que la "realidad virtual" era como el "cofre de oro al final del arco iris" y que su verdadero valor residía en todos los avances tecnológicos en el campo de la simulación digital que se iban logrando en su búsqueda. Algo similar sucede en el ámbito de la llamada "inteligencia artificial", el gran tesoro al final del arco iris que se persigue al menos desde comienzos de la década de 1950.
En el camino, la informática ha conseguido logros muy significativos y sin embargo, las computadoras, más allá de predicciones y promesas, y de sus enormes capacidades de cálculo que han permitido entre otras cosas jugar al ajedrez con maestría suficiente para superar a los mejores jugadores humanos, aún siguen lejos de ser "inteligentes". Quizás el problema resida en la propia definición que le demos a esta palabra. Lo cierto es que más allá del mito, las computadoras con capaces de realizar con extremada eficiencia tareas que los humanos somos incapaces de hacer. ¿Para querríamos una máquina que nos replique? Lo importante, quizás lo necesario, es tener máquinas que nos potencien no que nos repliques. Sin embargo, en la literatura pseudocientífica (repetida, ampliada en la prensa) sigue primando la pulsión "creacionista", cuyas raíces provienen desde la antigüedad. El mito de Prometeo, el hombre persiguiendo la llama de la vida, buscando emular a la divinidad, o sencillamente a la mujer, en tanto ser que asegura la reproducción de la especie. En este contexto, es habitual encontrar en los medios de comunicación referencias a robots, androides, posthumanismo, inteligencia artificial entremezclados en una amalgama confusa de deseos y temores.
En todo esto pensé al leer un artículo acerca de logros y límites de la llamada inteligencia artificial publicado hace unos días en el diario ABC de Madrid (monárquico, católico y de derechas).
Para aumentar la confusión, últimamente los fabricantes de dispositivos portátiles de comunicación digital han comenzado a promocionar sus aparatos como "teléfonos inteligentes". Es posible que en poco tiempo, terminemos pensando que la inteligencia es la capacidad de las máquinas capaces de reproducir mensajes en distintos formatos. En ese momento deberemos elegir otra palabra para designar la capacidad de razonamiento de los seres humanos
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